Fuente: revista ECOHABITAR
De todos y todas es sabido que la construcción es uno de esos sectores de mayor peso específico en cualquier sociedad de nuestro primer mundo. Curiosamente, cuando asistimos a uno de esos cíclicos períodos de expansión económica, también asistimos a un repunte en la actividad constructora. Así podemos concluir sin riesgo de equivocarnos que la construcción pertenece a los elegidos sectores dinamizadores de nuestra economía. Pero, ¿a costa de qué?
Resulta fundamental, contar con los datos precisos:
En la Unión Europea, la construcción de edificios consume el 40% de los materiales, genera el 40% de los residuos y consume el 40% de la energía primaria. Estos datos nos hablan de un sector profundamente impactante sobre el medio económico, ecológico y social, en definitiva un sector INSOSTENIBLE.
La importancia del sector constructivo nos da idea de los denodados esfuerzos que debemos llevar a cabo para conseguir avanzar hacia un modelo de construcción que no despilfarre energía, recursos naturales y, a su vez, no desborde nuestros vertederos con una avalancha de los denominados Residuos de Construcción y Demolición, en definitiva un modelo de construcción SOSTENIBLE.
El gran reto, la gran oportunidad.
El 22 de octubre de 2004, el Parlamento ruso ratificaba el Protocolo de Kioto, en ese momento los países cuyas emisiones suman el 55% del total de emisiones de 1990 ya lo habían ratificado y por fin el Protocolo podía entrar en vigor.
La certeza de saber que estamos afectando de forma quizá irreversible la atmósfera, que la actividad humana emisora de los llamados gases de efecto invernadero parece encaminada a romper todos los equilibrios climáticos con sus catastróficos resultados, hace que parezca imprescindible tomar las medidas adecuadas destinadas a reducir nuestra balanza en el consumo de energía a partir de combustibles fósiles. Y si recordamos el famoso 40%, parece que la responsabilidad del sector constructivo es evidente.
El riesgo se plantea cuando la abrumadora presencia mediática del calentamiento global hace que asimilemos el término construcción sostenible únicamente con aquella que ahorra energía. Como iremos comprobando, debe ser mucho más.
El concepto de sostenibilidad, levantando la voz de alarma.
El camino del llamado desarrollo sostenible va desde su minoritario nacimiento allá por 1972, y su «Desarrollo capaz de alcanzar el equilibrio entre el desarrollo económico y el uso racional de los recursos», hasta el actual manejo universal del mismo. En la actualidad, lo utópico no es el ideario verde sino encontrar un discurso político o económico donde no se haga uso y abuso de tan totémico término. El problema se plantea cuando el uso de un vocabulario común no contribuye a avanzar en políticas en verdad sostenibles.
Políticas basadas en los principios de sostenibilidad.
• Basadas en la equidad y la solidaridad.
• En el principio de prevención.
• Donde analizamos todo su ciclo de vida.
• Donde los problemas se solucionan en el origen.
• En el principio de participación.
• Primando desarrollos locales.
Volviendo al tema de la construcción, si algo hemos aprendido en los últimos años es que analizar el comportamiento del sector, así como cualquier actividad humana, debe reflejar todos y cada uno de los escalones de su «funcionamiento»: la concepción a través de un planeamiento urbanístico, la plasmación de la idea en el proyecto, la ejecución de las obras, la utilización del edificio y, por último, la finalización de su vida útil. El llamado Análisis de Ciclo de Vida.
La historia de la construcción, historia de la adaptación al entorno.
Si algo nos enseña la historia de la construcción es que el ser humano siempre ha tenido muy en cuenta el entorno en el que se asentaba. Mientras que en los países del norte se buscaba la radiación solar, la luz y el calor, abriendo grandes ventanales al sur, en zonas más cálidas los huecos se hacen más pequeños para protegernos del sol.
Asimismo, la construcción de un momento histórico dado responde a una realidad social, política y económica determinada. El paso del tiempo, los avances tecnológicos, han desviado el camino de nuestras sociedades de tan loable adaptación. Sociedades fuertemente industrializadas, donde el mito de la ciencia y la técnica como garantes de todos nuestros problemas, donde los recursos se pretenden ilimitados, se alejan de forma inexorable de la beneficiosa interacción con su entorno.
En nuestros días, cuando la explosión de la conciencia ecológica y el avance imparable de los precios del petróleo hacen que lo ecológico posea un valor añadido, asistimos a un potente movimiento encaminado a construir de forma sostenible. Detrás de este término encontramos propuestas muy dispares que nos hablan de la fuerte polarización en el diseño de edificios ecológicos.
Por un lado, la corriente arquitectónica denominada eco-tech hace de su principal seña de identidad los avances tecnológicos, dando como resultado edificios de alta eficiencia energética.
Por otro, la corriente basada en la regeneración ecológica de lo ya construido, poniendo en solfa un modelo constructivo depredador de recursos y de territorio.
Entendemos que la construcción en verdad sostenible debe llevar a cabo un esfuerzo de convergencia, de síntesis. La construcción sostenible pretende beber de todos, extraer lo positivo de cada una de las propuestas, sin olvidar el necesario posicionamiento ante propuestas que no siempre se manifiestan con la suficiente claridad.
Principios de la construcción sostenible.
Aún así, podemos arriesgarnos a esbozar los espacios comunes de todo edificio sostenible como una construcción que:
• se adapta y es respetuosa con su entorno,
• ahorra recursos,
• ahorra energía,
• cuenta con los usuarios.
Una construcción adaptada y respetuosa con su entorno.
El respeto por el entorno donde una construcción se asienta parece la primera de las máximas en la regeneración ecológica del sector. Respeto por el agua, la tierra, la flora, la fauna, el paisaje, lo social, lo cultural... Una construcción respetuosa con su entorno parece también una construcción adaptada al entorno. Conocer el clima ha sido el principal referente de los asentamientos humanos, el conocimiento del sol (de su trayectoria, de su intensidad), del viento, de la latitud, de la pluviosidad, de la temperatura...
Una construcción que ahorra recursos.
Mediante el empleo de materiales de bajo impacto ambiental y social a lo largo de todo su ciclo de vida.
Consecuentes con esos materiales, los sistemas constructivos o, lo que es lo mismo, la forma de colocar esos materiales en el edificio deben ahondar en este criterio de ahorro y austeridad.
Una construcción que ahorra energía.
El término construcción sostenible se ha entremezclado con la denominada arquitectura bioclimática, aquella que, a través de las estrategias adecuadas, consigue un ahorro sustancial en el consumo energético de la vivienda. La construcción sostenible aboga por una actuación lógica; primero minimicemos las necesidades energéticas a través de las denominadas estrategias pasivas, diseño, orientación, uso de aislamientos... A continuación empleando equipos que consuman menor cantidad de energía ofreciendo el mismo servicio, la llamada eficiencia energética. Y por último, para las necesidades que a buen seguro existirán, usemos energías renovables. En definitiva: Ahorro + Eficiencia + Energías renovables.
Una construcción que cuenta con los usuarios.
Lo que nunca debemos olvidar es que los edificios se construyen para las personas, para ser habitados, para vivir. Debemos desterrar la idea de que el futuro usuario no es más que una molestia en el engranaje de la industria que fabrica casas, y apostar por fomentar su participación en todo su ciclo de vida.
Todos esos conceptos nos hablan de una manera nueva de entender la construcción. El entorno, el clima, los materiales, los sistemas constructivos, el usuario, lo social..., se nos presentan como ejes conductores de lo que debe ser la llamada construcción sostenible.
(Extraído de la “Guía de Construcciones Sostenibles”.)
Descargar en: http://www.ecohabitar.org/wp-content/uploads/2012/01/CCConsSost.pdf
De todos y todas es sabido que la construcción es uno de esos sectores de mayor peso específico en cualquier sociedad de nuestro primer mundo. Curiosamente, cuando asistimos a uno de esos cíclicos períodos de expansión económica, también asistimos a un repunte en la actividad constructora. Así podemos concluir sin riesgo de equivocarnos que la construcción pertenece a los elegidos sectores dinamizadores de nuestra economía. Pero, ¿a costa de qué?
Resulta fundamental, contar con los datos precisos:
En la Unión Europea, la construcción de edificios consume el 40% de los materiales, genera el 40% de los residuos y consume el 40% de la energía primaria. Estos datos nos hablan de un sector profundamente impactante sobre el medio económico, ecológico y social, en definitiva un sector INSOSTENIBLE.
La importancia del sector constructivo nos da idea de los denodados esfuerzos que debemos llevar a cabo para conseguir avanzar hacia un modelo de construcción que no despilfarre energía, recursos naturales y, a su vez, no desborde nuestros vertederos con una avalancha de los denominados Residuos de Construcción y Demolición, en definitiva un modelo de construcción SOSTENIBLE.
El gran reto, la gran oportunidad.
El 22 de octubre de 2004, el Parlamento ruso ratificaba el Protocolo de Kioto, en ese momento los países cuyas emisiones suman el 55% del total de emisiones de 1990 ya lo habían ratificado y por fin el Protocolo podía entrar en vigor.
La certeza de saber que estamos afectando de forma quizá irreversible la atmósfera, que la actividad humana emisora de los llamados gases de efecto invernadero parece encaminada a romper todos los equilibrios climáticos con sus catastróficos resultados, hace que parezca imprescindible tomar las medidas adecuadas destinadas a reducir nuestra balanza en el consumo de energía a partir de combustibles fósiles. Y si recordamos el famoso 40%, parece que la responsabilidad del sector constructivo es evidente.
El riesgo se plantea cuando la abrumadora presencia mediática del calentamiento global hace que asimilemos el término construcción sostenible únicamente con aquella que ahorra energía. Como iremos comprobando, debe ser mucho más.
El concepto de sostenibilidad, levantando la voz de alarma.
El camino del llamado desarrollo sostenible va desde su minoritario nacimiento allá por 1972, y su «Desarrollo capaz de alcanzar el equilibrio entre el desarrollo económico y el uso racional de los recursos», hasta el actual manejo universal del mismo. En la actualidad, lo utópico no es el ideario verde sino encontrar un discurso político o económico donde no se haga uso y abuso de tan totémico término. El problema se plantea cuando el uso de un vocabulario común no contribuye a avanzar en políticas en verdad sostenibles.
Políticas basadas en los principios de sostenibilidad.
• Basadas en la equidad y la solidaridad.
• En el principio de prevención.
• Donde analizamos todo su ciclo de vida.
• Donde los problemas se solucionan en el origen.
• En el principio de participación.
• Primando desarrollos locales.
Volviendo al tema de la construcción, si algo hemos aprendido en los últimos años es que analizar el comportamiento del sector, así como cualquier actividad humana, debe reflejar todos y cada uno de los escalones de su «funcionamiento»: la concepción a través de un planeamiento urbanístico, la plasmación de la idea en el proyecto, la ejecución de las obras, la utilización del edificio y, por último, la finalización de su vida útil. El llamado Análisis de Ciclo de Vida.
La historia de la construcción, historia de la adaptación al entorno.
Si algo nos enseña la historia de la construcción es que el ser humano siempre ha tenido muy en cuenta el entorno en el que se asentaba. Mientras que en los países del norte se buscaba la radiación solar, la luz y el calor, abriendo grandes ventanales al sur, en zonas más cálidas los huecos se hacen más pequeños para protegernos del sol.
Asimismo, la construcción de un momento histórico dado responde a una realidad social, política y económica determinada. El paso del tiempo, los avances tecnológicos, han desviado el camino de nuestras sociedades de tan loable adaptación. Sociedades fuertemente industrializadas, donde el mito de la ciencia y la técnica como garantes de todos nuestros problemas, donde los recursos se pretenden ilimitados, se alejan de forma inexorable de la beneficiosa interacción con su entorno.
En nuestros días, cuando la explosión de la conciencia ecológica y el avance imparable de los precios del petróleo hacen que lo ecológico posea un valor añadido, asistimos a un potente movimiento encaminado a construir de forma sostenible. Detrás de este término encontramos propuestas muy dispares que nos hablan de la fuerte polarización en el diseño de edificios ecológicos.
Por un lado, la corriente arquitectónica denominada eco-tech hace de su principal seña de identidad los avances tecnológicos, dando como resultado edificios de alta eficiencia energética.
Por otro, la corriente basada en la regeneración ecológica de lo ya construido, poniendo en solfa un modelo constructivo depredador de recursos y de territorio.
Entendemos que la construcción en verdad sostenible debe llevar a cabo un esfuerzo de convergencia, de síntesis. La construcción sostenible pretende beber de todos, extraer lo positivo de cada una de las propuestas, sin olvidar el necesario posicionamiento ante propuestas que no siempre se manifiestan con la suficiente claridad.
Principios de la construcción sostenible.
Aún así, podemos arriesgarnos a esbozar los espacios comunes de todo edificio sostenible como una construcción que:
• se adapta y es respetuosa con su entorno,
• ahorra recursos,
• ahorra energía,
• cuenta con los usuarios.
Una construcción adaptada y respetuosa con su entorno.
El respeto por el entorno donde una construcción se asienta parece la primera de las máximas en la regeneración ecológica del sector. Respeto por el agua, la tierra, la flora, la fauna, el paisaje, lo social, lo cultural... Una construcción respetuosa con su entorno parece también una construcción adaptada al entorno. Conocer el clima ha sido el principal referente de los asentamientos humanos, el conocimiento del sol (de su trayectoria, de su intensidad), del viento, de la latitud, de la pluviosidad, de la temperatura...
Una construcción que ahorra recursos.
Mediante el empleo de materiales de bajo impacto ambiental y social a lo largo de todo su ciclo de vida.
Consecuentes con esos materiales, los sistemas constructivos o, lo que es lo mismo, la forma de colocar esos materiales en el edificio deben ahondar en este criterio de ahorro y austeridad.
Una construcción que ahorra energía.
El término construcción sostenible se ha entremezclado con la denominada arquitectura bioclimática, aquella que, a través de las estrategias adecuadas, consigue un ahorro sustancial en el consumo energético de la vivienda. La construcción sostenible aboga por una actuación lógica; primero minimicemos las necesidades energéticas a través de las denominadas estrategias pasivas, diseño, orientación, uso de aislamientos... A continuación empleando equipos que consuman menor cantidad de energía ofreciendo el mismo servicio, la llamada eficiencia energética. Y por último, para las necesidades que a buen seguro existirán, usemos energías renovables. En definitiva: Ahorro + Eficiencia + Energías renovables.
Una construcción que cuenta con los usuarios.
Lo que nunca debemos olvidar es que los edificios se construyen para las personas, para ser habitados, para vivir. Debemos desterrar la idea de que el futuro usuario no es más que una molestia en el engranaje de la industria que fabrica casas, y apostar por fomentar su participación en todo su ciclo de vida.
Todos esos conceptos nos hablan de una manera nueva de entender la construcción. El entorno, el clima, los materiales, los sistemas constructivos, el usuario, lo social..., se nos presentan como ejes conductores de lo que debe ser la llamada construcción sostenible.
(Extraído de la “Guía de Construcciones Sostenibles”.)
Descargar en: http://www.ecohabitar.org/wp-content/uploads/2012/01/CCConsSost.pdf